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Trump quiere desrregular la banca pero... ¿recuerdan Lehman?

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Colapso de 2008: Donald Trump quiere regresar a las andadas.

La anécdota es valiosa para conocer al personaje y su noción de capitalismo: En septiembre de 1990, Donald Trump enfrentaba bonistas muy enojados por US$3.400 millones. De aquella deuda, US$ 830 millones tenían su garantía personal. El representante de ellos, Wilbur Ross Jr., lo acompañó a Atlantic City, Nueva Jersey, para hablar del futuro del casino Taj Mahal, que Trump acababa de inaugurar pero que estaba al borde del incumplimiento del vencimiento de un bono.

Trump lo llevó a la ciudad costera en un helicóptero que exhibía su apellido en gigantescas letras rojas.

El helicóptero aterrizó en una pista cerca del paseo marítimo. Una pequeña multitud rodeó un auto que esperaba allí, pensando que Trump estaba en él. “El recuerdo me quedó grabado y me llevó a la conclusión de que el Taj Mahal sin Trump probablemente sería mucho menos exitoso que el Trump Taj Mahal con él” a bordo. No le pediría la quiebra para quedarse con sus hoteles, casinos y otros activos.

Un grupo de esos acreedores, con US$2.100 millones de la deuda de Trump, mayormente garantizadas con propiedades en Nueva York, acordó en aquel 1990 un complejo plan que le concedió al empresario varios años para encontrar una solución.

Y que Trump aprovechó para exprimir dinero de su imperio de casinos y transferirlo a otras propiedades en expansión y en problemas. Él hizo atravesar a sus casinos por los tribunales de quiebras.

“Durante muchos años saqué dinero de Atlantic City”, dijo Trump en una entrevista. “El dinero que hice en Atlantic City alimentó un montón de proyectos”. Por ese motivo, periódicamente fue a la convocatoria de acreedores con los casinos sobreendeudados. Trump sacrificó a bonistas, accionistas, contratistas y empleados.

Entre 1990 y 1996, Trump demandó a socios, atacó verbalmente a los analistas de valores y presionó a sus acreedores. Una persona familiarizada con aquella etapa le dijo al The Wall Street Journal que la clave estaba en la letra chica: Trump hacía contratos tan complicados que sólo él podía entenderlos: “Cuanto más duro peleo, más dinero gano”, dijo él.

Según otra persona conocedora del asunto, Trump terminó pagando menos de la mitad de lo que debía. Retornando del borde del abismo, Trump pudo volver a hacer operaciones de bienes raíces como a él le gustaba: sin restricciones. Hasta pudo recomprar para su uso personal el mismo Boeing 727 que había tenido que vender.

Ese mismo Trump quiere realizar ahora una reforma financiera en USA para desrregular actividades hoy día reguladas.

El recuerdo de Lehman

Lehman Brothers Holdings Inc. fue una compañía global de servicios financieros de USA fundada en 1850. Antes de declarar la quiebra en 2008, Lehman Brothers era el banco de inversión Nº4 de UsA (detrás de Goldman Sachs, Morgan Stanley y Merrill Lynch), con US$ 680.000 millones en activos.

Lehman sobrevivió a la guerra civil estadounidense, a la crisis bancaria de 1907, a la crisis económica mundial de 1929, a escándalos como intermediador de bonos y a colapsos en hedge funds, pero no consiguió superar la crisis subprime de 2008, y protagonizó la mayor quiebra de la historia.

El recuerdo está aún fresco en muchos. También el temor. Sin embargo, el 03/02/2017, el Presidente estadounidense firmó una orden ejecutiva para que el Departamento del Tesoro ejecute una amplia revisión de las regulaciones financieras puestas en marcha luego de la crisis financiera del año 2008 y la posterior recesión.

Si bien la orden de Trump ha sido vaga en su naturaleza y no ha nombrado de manera explícita a la ley Dodd-Frank, tiene como objetivo relajar las regulaciones financieras astillando dicha ley, creada durante la administración de Barack Obama, explica Caitlin McCabe, de la revista RIS Media.

La ley Dodd-Frank, aprobada en 2010 (solo la apoyaron 3 republicanos en el Congreso), tuvo como objetivo incrementar la regulación y la supervisión sobre las grandes entidades financieras y evitar así la toma de riesgos que derivaran en otra crisis como la de 2008. La Dodd-Frank "llegó poco después de que los bancos tuvieran que recibir dinero público para evitar cierres masivos y la caída del sector financiero. (...) Es una ley muy densa y ha restringido la actividad bancaria en muchas actividades de alto riesgo", explica el portal El Diario NY.

El objetivo de la ley era que la crisis del crédito que originó la Gran Recesión no volviera a ocurrir y aunque no llegó a prohibir que los bancos fueran "muy grandes como para que no pudieran caer" (lo cual obliga a los contribuyentes a salvarlos) "sí obliga a evitar crisis asegurando más capitalización bancaria y forzando a la banca a tener planes en caso de que se desmorone como ocurrió en el dramático caso de Lehman Brothers", agrega El Diario NY.

Desarmar la ley Dodd-Frank ha sido una de las constantes promesas de campaña del Presidente electo, quien considera que la regulación actual limita el acceso de las pymes al crédito y daña así a la clase media, explica Gonzalo Toca del portal EsGlobal

Sin embargo, advierte McCabe, es una movida que lo apartó del "mensaje populista de la elección."

Al anunciar su esperanza de "recortar gran parte de Dodd-Frank" antes de firmar la orden, Trump alabó a líderes de Wall Street tales como el CEO de BlackRock, Larry Fink. Recordemos que Trump hizo campaña prometiendo alejar al Gobierno de los intereses de la banca financiera y sorprendió a todo el mundo cuando nombró una cantidad enorme de hombres de Wall Street en puestos clave.

Según El Diario NY, "en la banca y en Wall Street nunca gustó" la ley Dodd-Frank. McCabe, de RIS Media, escribió: "El alineamiento con Wall Street, combinado con la vaguedad de la orden, despertó preguntas entre los observadores sobre qué es lo que advendrá en materia de regulación financiera."

Sin embargo, Elizabeth Dexheimer, de Bloomberg, advierte que desarmar la ley Dodd-Frank es difícil, por lo que los congresistas republicanos no se estarán ocupando de eso pronto. En cambio, se están dedicando a revisar otros proyectos menores.

La realidad entrando en el Capitolio

"La realidad está entrando en el Capitolio: retroceder con la ley bancaria Dodd-Frank no será fácil ni rápido, a pesar de que es una prioridad para el Presidente, Donald Trump, quien dice que la medida está lastimando a la economía. Las acciones bancarias se han fortalecido en parte porque los inversionistas esperan cambios", explica Dexheimer.

Por otro lado los republicanos, que controlan ambas cámaras del Congreso, "no tienen un plan para reescribir las reglas financieras que probablemente atrajese el apoyo de los demócratas, algo que se necesita para avanzar con la mayoría de los proyectos de ley en el Senado. Los demócratas dicen que las leyes existentes son necesarias para prevenir otro colapso financiero y proteger a los inversores", agrega.

"No creo que consigan pasar ningún cambio legislativo sustancial a través del Congreso", comentó a Bloomberg Television, Barney Frank, ex legislador demócrata que fue presidente de la Comisión de Servicios Financieros.

"Excepto en áreas en las que puede haber algún acuerdo, darle un poco de alivio a bancos medianos y pequeños de maneras que no socaven el marco regulatorio", agregó Frank.

"El Presidente estadounidense desea liberalizar dramáticamente la regulación financiera que ha atado en corto a los grandes bancos internacionales desde que estalló la crisis. Los expertos piden prudencia pero no descartan unas consecuencias devastadoras", escribió Toca en EsGlobal.

"Los mercados han reaccionado, desde la victoria de Trump en noviembre, elevando con fuerza las valoraciones de muchos bancos estadounidenses. Esto significa dos cosas:

> 1ra., que los inversores son optimistas con los bancos a corto plazo aunque, a largo plazo, pueda estallar una debacle;

> y 2da., que están combinándose el impulso de la posible liberalización financiera, el de una previsible subida de los tipos de interés mayor de la esperada en 2017 y el de los recortes en el impuesto de sociedades", explica Toca.

Del escepticismo a la nueva toma de riesgos

Adam Posen, presidente del Instituto Peterson para la Economía Internacional, describió en entrevista con Walter Frick, del Harvard Business Review, el contexto de la creación de la Dodd-Frank: "Después de la crisis financiera estadounidense y global, hubo una demanda política legítima de intentar prevenir que se repitiese. Y el costo en términos de producción, empleos perdidos, casas perdidas, oportunidades perdidas, así como las repercusiones políticas, fue tan enorme que parecía exigir un gran replanteamiento del sistema financiero. El replanteamiento ocurrió en un contexto de mucho escepticismo (en el mejor de los casos) sobre el sistema financiero, el modelo de negocio de los bancos, y la contribución al bienestar estadounidense."

Gonzalo Toca, de EsGlobal, compara el contexto en que el expresidente Barack Obama llevó a cabo su reforma financiera, con el que vive hoy Donald Trump, y compara así sus motivaciones: "Las motivaciones de Trump y Obama responden también a visiones muy diferentes del mundo y no a la bondad intrínseca de Obama o la maldad y la locura intrínsecas de Trump. Un punto esencial de divergencia es que la anterior administración, muy marcada por las heridas de la crisis, estaba dispuesta a aceptar importantes consecuencias negativas a cambio de reducir los riesgos y las conductas bancarias que nos habían llevado a la recesión. Trump, con unos rescates corporativos que ya se ven por el retrovisor y una economía que se aproxima al pleno empleo, piensa que hay que tolerar muchos más riesgos, que eso no significa que vaya a estallar otra crisis y que los daños colaterales de la regulación excesiva son insoportables."

"Demasiado grandes como para fracasar"

Según Posen, uno de los principales ejes de la Dodd-Frank fue asegurarse que los bancos estuviesen restringidos en su habilidad para tomar riesgos usando dinero público."Desde mi punto de vista, eso está correctamente visto como el centro del asunto, que los bancos hacían préstamos y tomaban riesgos que, si salían bien, le obtenían ganancias a los dueños de los bancos y a la gerencia pero que si fracasaban a lo grande, debían ser rescatados por los fondos de seguro de depósitos o por salvatajes directos del Gobierno", dijo Posen.

"Esta era una cuestión no solo de injusticia y despilfarro, sino de intentar prevenir la próxima crisis, porque si los bancos tenían su propio dinero en juego, era menos probable que se involucraran en comportamiento riesgoso", agregó el experto del del Instituto Peterson para la Economía Internacional.

Existe en USA el vocablo "demasiado grande para fracasar" (too big to fail) para referirse a bancas de un tamaño tan descomunal, que se consideran a sí mismas demasiado grandes como para caer. Estas tienen un menor costo de endeudamiento que otros bancos y consiguen más favores políticos, por lo suelen tener comportamientos más riesgosos.

"Hay también, sin embargo, evidencia fuerte de que es una mala idea permitir a los grandes bancos fracasar en medio de una crisis -explica Posen-. El llamado shock de Lehman, cuando la Reserva Federal y el Tesoro de USA permitieron a Lehman Brothers hundirse de manera desordenada, demuestra cuánto daño se le puede hacer a la economía cuando algo tan grande como un banco comercial fracasa. Este es el dilema central de Dodd-Frank, y de toda la regulación financiera. ¿Cómo lidias con la realidad de que grandes firmas financieras son más riesgosas y toman ventaja de su posición en el sistema, cuando sabes que ignorarlo puede causar daño?"

Los 4 ejes de la reforma financiera de Obama

El resultado de la post-crisis 2008 fue una serie de medidas que:

> 1ro., requirieron a los bancos tener más capital en la mano, explica Posen -lo que significa que más de su dinero propio estará en riesgo cuando dan préstamos-.

> 2do., hubo una serie de medidas restringiendo ciertos tipos específicos de préstamos.

> 3ro., una medida principalmente dirigida a las instituciones "demasiado grandes para fracasar", es que estas pasaron a estar forzadas a crear "testamentos vitales", que se supone que facilitan a las autoridades cerrar una institución financiera en problemas, cuando golpea la crisis.

> 4to., y quizás el más importante, fue que las instituciones más grandes, no solo en USA sino que a través de las economías avanzadas, están ahora sujetas a lo que se llama "pruebas de estrés".

Las pruebas de estrés son una forma específica de simulación, desarrollada por la Reserva Federal y otros bancos centrales, que les permite medir qué tan poco resistiría la cartera de una institución financiera determinada, si hubiese una venta masiva a través de una cantidad de tipos de activos, o un tipo específico de shock como el que se sufrió en 2008. Esta es probablemente la herramienta más útil que tienen los bancos centrales en términos de forzar a los bancos a revelar a sus superiores los riesgos que de hecho enfrentan. Y, adicionalmente, la esperanza es que esto haga a los bancos más conscientes de los riesgos que enfrentan. La otra cara del estrés, sin embargo, es que existe alguna posibilidad para los bancos de realizar ingeniería inversa y apostar en base a los resultados.

Poser afirma que hoy es mucho menos probable que USA caiga en una crisis financiera como la del 2008, pero esto no se debe tanto a la ley Dodd-Frank como a la marca que dejó lo vivido. "Como vimos después de la Gran Depresión, como vimos en Japón luego de comienzos de los '90, en Canadá luego de comienzos de los '90, una vez que la gente ha pasado a través de una crisis financiera mayor, tienden a ser muy enemigos del riesgo", él analiza.

Los 3 ejes de la reforma que quiere Trump

Según Toca, de Esglobal, la reforma financiera que quiere implementar Trump tiene 3 piedras angulares:

1. Las corporaciones. "Trump no quiere que reciban un tratamiento legal y financiero especialmente riguroso ni tampoco que deban seguir sometiéndose a una institución que les exige disponer de unos planes de liquidación ordenada y de unos medios determinados para que, en caso de quibra, el Estado no tenga rescatarlas", explica Toca.

2. Los bancos comerciales. Trump quiere que puedan volver a invertir sus recursos en activos arriesgados, aunque estas operaciones pongan en peligro los depósitos de sus clientes. "Recordemos que la implosión de las inversiones en determinados derivados financieros (como los seguros contra los impagos o CDS o los títulos basados en hipotecas subprime) ha sido una de las causas principales del rescate de muchas de las entidades desde 2008", rememora Toca.

3. Trump quiere rebajar o flexibilizar los requisitos de capital que los bancos tienen que cumplir, y que les permiten abordar grandes tragedias inesperadas sin derrumbarse o hacer frente a una eventual retirada masiva de efectivo de sus clientes, explica Toca.

Robert Tornabell, profesor de Banca y Finanzas Internacionales de ESADE, advirtió a Esglobal que Trump ha paralizado la aplicación de "las nuevas reglas mundiales de capital para los bancos (Basilea IV)" y que las entidades estadounidenses "no sólo se van a poder financiar con capital propio, sino también con acciones, bonos y garantías". En estas circunstancias, apunta Tornabell,"las empresas van a aumentar su endeudamiento".

Toca concluye con la advertencia: "Cuanto más endeudado está un banco (que, por definición, es ya una entidad excesivamente endeudada y con pocos recursos propios), menos posibilidades tiene de adaptarse sin quebrar al volantazo de una crisis."

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Es curioso que Donald Trump proponga desrregular el sistema financiero estadounidense cuando, como empresario, él acumula 4 ajetreados procesos de convocatorias de acreedores: es el capitalismo malthusiano que él aprecia. Trump apeló al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras estadounidense para quitarse de encima prestamistas a los que calificó de "verdaderos asesinos". Trump fue a la convocatoria en 1991 por el hotel-casino Trump Taj Mahal, endeudado con Carl Icahn, quien tenía US$400 millonesen bonos, por lo que liquidó un yate de 85 metros, su aerolínea Trump Shuttle, y el 50% de su participación en el Trump Taj Mahal. Trump fue a la convocatoria de acreedores en 1992, con Citibank como gran acreedor, por su Trump Castle Associates (el Trump Plaza Hotel & Casino y el Trump Castle Casino Resort, ambos en Atlantic City; y el Trump Plaza Hotel en Nueva York, del que cedió el 50% de su participación al acreedor a cambio de quedarse con su participación en los casinos). Trump fue a la convocatoria de acreedores en 2004, por el Trump Hotel & Casino Resorts, en Atlantic City, liquidando activos por US$ 500 millones a los tenedores de sus bonos pero logró continuar como el accionista principal. Y Trump fue a la convocatoria de acreedores en 2009, luego de incurrir en default de bonos por US$ 53,1 millones por Trump Entertainment Resorts, de Atlantic City. Logró mantener su nombre en 3 casinos, renunció al consejo ejecutivo y a su participación restante en la compañía. En 2014 se declararon en quiebra los 2 casinos que aún tenían su nombre pero Trump se aseguró de informar que él ya no estaba dirigiendo la compañía, y demandó que quitaran su nombre.
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