Medios británicos avanzan que Theresa May prevé entrevistarse esta noche del martes 13/11 con cada uno de sus ministros para preparar la reunión del miércoles 14/11.
May, debilitada por un guerra interna en el Partido Conservador y criticada por la facción más euroescéptica del Ejecutivo por la marcha de las negociaciones, debe conseguir la aprobación de su Gabinete antes de cerrar un acuerdo con 'los 27'.
Los líderes unionistas norirlandeses del DUP, el principal soporte parlamentario que permite a May tener una mayoría en Westminster, también fueron convocados al 10 de Downing Street. Su apoyo es fundamental para que el acuerdo tenga posibilidades de salir adelante cuando sea enviado al Parlamento británico para su aprobación.
La noticia llega después de que se haya superado el gran escollo para lograr un acuerdo sobre el Brexit: el futuro statu-quo de la frontera entre las 2 Irlanda.
El Reino Unido y la Unión Europea acordaron un texto que incluye una salvaguarda para evitar el restablecimiento de una barrera física entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, tras el divorcio entre Londres y Bruselas, que será oficial el próximo marzo, según la cadena pública irlandesa RTE.
El pacto alcanzado en Bruselas contempla la opción de última hora que presentó el equipo de May para impedir que sólo Irlanda del Norte se mantuviera dentro de la Unión Aduanera, algo que establecería una frontera dura entre las 2 Irlanda que llevaría a la desestabilización de la paz.
La propuesta de May fue mantener todo Reino Unido dentro de la Unión Aduanera durante el periodo de transición de 2 años acordado para después de la fecha de entrada en vigor del Brexit, el 29/03/2019.
Y si fuese necesario, una prolongación de varios meses de ese periodo transitorio hasta que Londres y Bruselas acordaran la relación comercial futura de la UE y Reino Unido.
Fuentes citadas por varios medios británicos aseguran que ésta es la solución contemplada en el acuerdo, aunque se incorporan ciertas disposiciones regulatorias que afectan específicamente al territorio de Irlanda del Norte.
May tendrá que emplearse a fondo para que los unionistas norirlandeses acepten esa excepcionalidad.
Los ministros podrán ver el borrador, pero no se les dará una copia.
La facción más euroescéptica de los miembros del Ejecutivo inglés se ha mostrado hasta ahora crítica con la marcha de las negociaciones. En la reunión ordinaria del Gabinete celebrada esta mañana, May trasladó a su equipo que tan solo quedaba una "pequeña cantidad" de asuntos por resolver en las negociaciones con Bruselas.
El ex secretario del Foreign Office, Boris Johnson, fue de los primeros en disparar contra el borrador del acuerdo, antes incluso de tener oportunidad de leerlo. "Estamos ante la crónica de una muerte anunciada hace meses", dijo Johnson.
Admirador de Donald Trump, él siguió vertiendo: "Vamos a quedarnos en la unión aduanera y vamos a quedarnos en gran parte en el mercado único. Vamos a ser un Estado vasallo por primera vez en mil años de Parlamento.Y por primera vez desde la 'partición', Dublín va a tener más que decir sobre Irlanda del Norte que Londres".
"Si el Gobierno no bloquea el acuerdo, lo bloqueará el Parlamento", anticipó el ultraconservador Jacob Rees-Mogg, por boca del influyente Erupean Research Group, al que pertenecen más de medio centenar de conservadores euroescépticos.
"Los días de este Gobierno están contados", vaticinó el ex líder conservador y ex ministro de Trabajo, Iain Duncan-Smith.
Algo más cauteloso, el líder de la oposición Jeremy Corbyn aseguró que si el acuerdo propuesto no supera las condiciones puestas por los laboristas para proteger la economía y los empleos de los efectos del Brexit, los laboristas votarán también en contra en el Parlamento.
"Si tenemos en cuenta lo caóticas que han sido las negociaciones, es probable que este acuerdo no sea bueno para el país", advirtió Corbyn.
E insistió en que Irlanda del Norte no recibiría un tratamiento diferente al del resto del país, pero fuentes de Bruselas revelaron a The Guardian que el texto acordado reconoce implícitamente el "estatus especial", lo que ha disparado las alarmas entre los euroescépticos.
Hasta el último momento, la Unión Europea insistía en la necesidad de que el"mecanismo de salida" no fuera unilateral sino que dependiera en última instancia del Tribunal Europeo de Justicia.
En Bruselas, durante toda el día, la consigna fue muy clara: ni confirmar ni desmentir que se había producido un principio de acuerdo, incluida la posible solución al problema irlandés. Las instrucciones entre los 27 y el equipo negociador imponían un silencio forzoso y forzado porque los últimos meses han mostrado que tener un "acuerdo técnico" no es garantía de nada.
Reino Unido ha tenido que ceder, una y otra vez, en todas sus líneas rojas. Por eso, hasta que el Gobierno de Theresa May no se pronuncie, no quieren hacer declaraciones públicas.