El comercio global sigue perdiendo impulso y, si no se promueve un incremento de los salarios y se mantiene el nivel de empleo para generar demanda agregada, puede aproximarse un escenario proteccionista similar al que se registró tras la Gran Depresión de los años '30: es la conclusión principal de los economistas de la agencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), según el informe anual sobre comercio y desarrollo de 2016 presentado en Bruselas (Bélgica), que señala que el comercio internacional sólo avanzará en 2016, un 1,5%, 1 punto porcentual menos que en 2015.
En un momento en que los bancos centrales de medio mundo continúan con sus estímulos y el crecimiento económico no termina de repuntar, Naciones Unidas ha mostrado su preocupación por la posibilidad de que lo peor esté aún por llegar. Según el informe anual que se publica en la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) "si la economía global sufriera un debilitamiento considerable, una parte considerable de la deuda emitida por los países en desarrollo desde 2008 podría ser impagable y ejercer una presión considerable sobre el sistema financiero mundial".
Los economista de la ONU consideran que desde 2009, el crédito barato, los flujos financieros, así como las compras de activos de los bancos centrales de países desarrollados han fomentado el apalancamiento de las economías emergentes e incrementado la fragilidad de sus sistemas financieros. Haciéndose eco de los cálculos del Banco Internacional de Pagos, el análisis del UNCTAD señala como la deuda corporativa no financiera de los países emergentes se ha disparado desde los US$9 billones en 2008 hasta los US$25 billones a finales de 2015. Este incremento implica que esta deuda se ha duplicado como porcentaje del PIB desde el 57% hasta el 104%.
La ONU pone de manifiesto como las experiencias del pasado demuestran que si buena parte de la deuda empresarial en mora es elevada y denominada en moneda extranjera, como en Latinoamérica, por ejemplo, tiende a ser trasladada los balances públicos, incrementando el riesgo de una crisis soberana. En el caso de China, la deuda corporativa alcanza ya el 170% del PIB pero a diferencia de otros países emergentes, consiste en bonos domésticos en manos de bancos locales, por lo que no existe el riesgo de una crisis de deuda externa pero sí una presión considerable sobre los bancos patrios
En las economías en desarrollo más pobres, los beneficios de las reestructuraciones de deuda de la década de los '90 y las prisas por ser integradas en el sistema financiero internacional tras la crisis de 2008 se están evaporando rápidamente. La emisión de bonos sobrados de estos países se ha multiplicado por nueve desde 2009 hasta los US$ 18.000 millones, mientras que la caída en los precios de las materias primas, las depreciaciones de las divisas y el debilitamiento en las proyecciones de crecimiento han disparado los costes de financiación y los niveles de deuda con respecto al PIB. Es por ello que la ONU pide a la comunidad internacional que se prepare para gestionar posibles impagos de una forma más rápida y eficaz de lo que lo ha hecho hasta ahora.
Al respecto, el análisis reitera que la desaceleración del comercio ha estancado el crecimiento en muchos países en desarrollo, en particular los exportadores de materias primas, donde el crecimiento se ha apoyado en en gran medida en las entradas de capital. "A medida que el capital abandona estos países, existe un peligro real de entrar en una tercera fase de la crisis financiera que comenzó en el mercado inmobiliario de Estados Unidos a finales de 2007, antes de extenderse al mercado europeo de bonos soberanos", alertan desde la ONU.
Salarios
A los países desarrollados, la UNCTAD les receta una combinación de políticas fiscales proactivas, que incluyan inversión en infraestructuras, así como políticas redistributivas que contemplen salarios mínimos e impuestos progresivos en función de la renta.
Para las economías emergentes, esa agencia de la ONU recomienda reforzar su demanda interna y protegerse política y fiscalmente para gestionar las turbulencias exteriores.
"Si el comercio internacional sigue cayendo y si la demanda agregada sigue siendo muy débil, es posible que los países (...) empiecen a cerrarse en sí mismos y a implementar medidas proteccionistas, como ocurrió tras la Gran Depresión de los años treinta", explicó a EFE el economista sénior de la División de Gobalización y Estrategias de Desarrollo de la UNCAD, Alex Izurieta.
Se incurriría así en "una espiral negativa de la que no vamos a poder salir", añadió el economista uruguayo, quien sostiene que generar un crecimiento estable en el futuro "requiere atender a una serie de elementos que no se pueden dejar solamente en manos del mercado".
La desaceleración de los intercambios comerciales, señala el informe de esa agencia de las Naciones Unidas, se produce en un contexto de ralentización de las economías avanzadas cuyos efectos están lastrando a los países en desarrollo en la salida más débil de una crisis económica de la que se tiene constancia.
"Una postura estricta en tiempos de rotunda austeridad ha llevado a una de las recuperaciones más débiles registradas ante una crisis económica en muchos países en desarrollo", dentro de "un período prolongado de lento crecimiento de los salarios que ha llevado a una demanda insuficiente de los hogares y escaso gasto en inversión productiva", agrega el informe.
El estudio describe un contexto económico global poco halagüeño, donde el crecimiento en Estados Unidos y de la eurozona se espera que sea solo del 1,6% al cierre de 2016, mientras que la actividad económica en Japón sigue "estancada".
A ello se suma la previsible revisión a la baja del incremento del PIB en el Reino Unido tras el voto favorable de los británicos a abandonar la Unión Europea (UE) el pasado junio, aunque es "difícil de predecir cómo de grande será el impacto y sus efectos contagiosos, si es que los tiene", añaden.
La merma económica de los países industrializados está provocando una "reacción en cadena" en las economías emergentes, que crecerán de media en 2016 un 4%, es decir, 2,5 puntos porcentuales menos que los valores registrados antes de la crisis económica y financiera que arrancó hace ahora ocho años.
Las diferencias regionales son notables y mientras que los países asiáticos mantienen un crecimiento moderado pero estable que se estima será del 5,1% en 2016 (frente al 5,7% de 2008), la región de Latinoamérica y el Caribe ha entrado ya en recesión y su economía se contraerá un 0,2% de media al cierre del ejercicio, frente al avance del 3,7 % de hace ocho años.
"En los países del este de Asia ha habido una combinación bastante rica de intervención del sector público promoviendo la inversión privada, la creación de empleo y asegurando que el comercio internacional ayude a la industrialización", agregó Izurieta.
América Latina, sin embargo, sigue "dependiendo de los ciclos (...) en los mercados mundiales y no tiene la capacidad interna para poder sostener choques como lo tiene Asia".
"En 2016, el crecimiento de la economía global probablemente caerá por debajo del incremento del 2,5% registrado en 2014 y 2015, y los economistas de la UNCTAD no se sorprenderán si la desaceleración es aún mayor", apunta la agencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.