El recorte de impuestos aprobado en el Senado de USA asciende a cerca de US$ 1,5 billón en el plazo de 2 años, con las empresas como principales beneficiadas. Baja el impuesto de sociedades del 35% al 20% —por debajo de las alícuotas vigentes en Francia y Japón— y duplica el mínimo exento a las familias (de US$12.000 a US$24.000 en parejas), entre otras medidas, que son del agrado del ideario conservador más antifisco.
La propuesta legislativa también aprovecha para eliminar un mandato clave de la reforma sanitaria de Barack Obama: las penalizaciones para aquellos estadounidenses que no contraten un seguro médico.
En el último momento, además, los senadores incorporaron algunas modificaciones, como el mantenimiento de actual la tasa mínima alternativa para empresas e individuos (un impuesto mínimo adicional que se creó para evitar que empresas y rentas altas sorteasen la mayor parte del fisco a golpe de deducciones, entre otras medidas).
Una vez armonizado, el texto volverá a las Cámaras para ratificarse, y Trump podrá entonces rubricar la ley, algo que espera concluir antes de acabar el año. La experiencia de esta semana, no obstante, recuerda la agencia Reuters, muestra que nada puede darse por seguro en esa comisión que debe fundir ambos textos, y que el diablo se esconde en los detalles.
A las dificultades para salvar el proyecto en el Senado ha contribuido la mala relación del presidente republicano con varios de los senadores de su propio partido: el ridículo que Jeff Flake, de Arizona, protagonizó con Trump hace poco más de 1 mes resultó sonado, y ahora ha sido uno de los legisladores que más obstáculos ha puesto para apoyar la reforma. Aun así, acabó votando a favor.
Jeffry Lane es un político estadounidense, de creencias mormonas, un republicano apoyado por la Unión Conservadora Estadounidense, que se opone al control de armas, a la privacidad en Internet y defiende la reducción de impuestos. Debutó en la política en 2000, y fue reelegido 5 veces.
Quien se opuso hasta el final al proyecto fiscal fue otro republicano, Bob Corker, de Tennessee, quien pedía cambios de última hora —tales como eliminar o reducir algunas rebajas— para reducir la quita a las arcas públicas que supondrá el plan.
Porque más allá de las luchas intestinas, las cuentas en Washington no estaban muy claras. El jueves 29/11, cuando las discrepancias acabaron por provocar la suspensión de la sesión, el Comité de Fiscalidad del Congreso acababa de difundir un informe en el que advertía de que el déficit público aumentaría en US$ 1 billón a lo largo de una década como consecuencia de esa rebaja tributaria, cuando el objetivo de sus ideólogos es que el estímulo a la actividad -y sus consiguientes ingresos públicos adicionales- compensara la reducción de los tipos impositivos.
Sin embargo, Trump no se podía permitir otro fracaso tras el descalabro con el Obamacare. Los republicanos tenían claro que querían tumbar la reforma sanitaria del Presidente demócrata, pero no lograron consensuar un modelo alternativo.
Esta vez, el coste político de no conseguir sacar adelante la profunda modificación fiscal era mucho mayor, por varios motivos:
> porque se añadiría al anterior;
> porque sucedería cerca de cumplirse 1 primer año de Gobierno marcado por la falta de victorias importantes en las Cámaras legislativas; y
> porque los mercados ya daban por supuestos esos estímulos fiscales, y un cambio de guión lastraría la confianza empresarial.
Obama
La amplia reforma fiscal incluye el mayor golpe de los republicanos hasta ahora a la ley de salud del expresidente Barack Obama, pues elimina la exigencia de que todos los estadounidenses tengan un seguro de salud.
La obligación individual está destinada a garantizar un mercado de seguros de salud viable al exigir a los estadounidenses más jóvenes y saludables la compra de una cobertura, lo que ayuda a compensar el costo de los pacientes más enfermos.
La exigencia permite mantener la disposición más popular de la ley, que exige que las aseguradoras cobren lo mismo a personas enfermas y sanas.
Se anticipa que la eliminación del requisito, aún si se mantiene intacta el resto de la Ley de Cuidado de Salud Asequible de Obama, hará subir las primas de los seguros y que millones de personas perderán la cobertura, dicen los expertos en políticas públicas.
“Va a sacar a un montón de personas sanas del mercado de seguros”, dijo Craig Garthwaite, director del programa de atención médica de la escuela de negocios Kellogg de la Universidad de Northwestern. Obamacare “va a colapsar aún más ahora”, dijo.
Los legisladores republicanos fracasaron varias veces este año en sus intentos por eliminar la exigencia individual como parte de una revocación más amplia de Obamacare, que fue bloqueada por la oposición de algunos senadores del mismo partido gobernante.
La ley de impuestos aún no es definitiva. La Cámara de Representantes y el Senado deben ahora reconciliar las diferencias de sus respectivas versiones.
Sin el mandato, las primas de seguros de salud en el mercado individual aumentarían un 10% la mayoría de los años durante la próxima década y 13 millones de personas perderían la cobertura para 2027, dijo la Oficina de Presupuesto del Congreso, una agencia no partidista, en un informe de octubre.